jueves, 9 de octubre de 2008

Lo que nos contó Amadeu.


Nada más entrar en la cabina, su sonrisa lo llenó todo y me hizo olvidar por un fugaz instante, que él seguía preso. Golpeé con la palma de la mano el cristal que nos separaba, y él hizo lo propio. '¿Qué tal Amadeu, cómo estás?', le preguntamos. 'Pues ya ves...', respondió con su enorme sonrisa. Cierto, se podía ver como estaba, pero no del todo. Había ganado algo de peso o, por lo menos, su rostro no estaba tan demacrado. El flequillo le caía sobre los ojos, y él, mientras hablaba y escuchaba, se lo iba apartando con la mano. '¿Cómo estás de la vista y de las piernas...?', insistimos. 'De la vista me voy recuperando y ya estoy algo mejor. De las piernas, bastante fastidiado, aún me duelen; a veces hasta me duele el roce del pantalón con la piel y en ocasiones no puedo dormir por el dolor'. Mientras decía eso, Amadeu se incorporó de su silla, y dejó todo el peso sobre una pierna con cierta inestabilidad. 'La semana pasada, no podía aguantar mi peso sobre una pierna. He recuperado algo de fuerza porque me preocupo de no estar inactivo. Aquí no me hacen recuperación ninguna, cuando saben, porque así me lo ha dicho el doctor, que he perdido parte de la masa muscular de las piernas y que necesito hacer rehabilitación... Pero ya ves...'. Se le notaba y con razón, cierto resentimiento. Nos comentó que había hecho varias instancias para que le visitara una doctora del exterior, pero que no le respondían y que al final, había enviado la solicitud en una carta al equipo médico y que él seguía con los ejercicios que le explicaron, cuando se rompió las dos piernas en el salto a la calle, al intentar fugarse de la prisión de Figueras. 'Además, aquí, la comida no sólo no es buena, sino que además es escasa. No he conocido ninguna prisión, en que den tan poco de comer'. 'Debe ser por la crisis', le bromeé. 'Sí, je, je..., y lo que más me indigna, es que ni tan siquiera te dejan coger un chusco más de pan. Te ponen un cacillo de comida y si le dices que te pongan un poco más, te contestan de mala manera y te dicen 'que te largues'. Y lo peor, es que luego sobra y la tiran. Prefieren tirar la comida a dársela a la gente. Uno de aquí, me propuso la posibilidad de que llevase el servicio de comida y le dije que no. Insistió y me aseguró que yo lo dirigiría y le contesté que si yo dirigiese el servicio de comida, que lo primero que haría, sería echarlos por ser tan miserables y, con eso, lo único que iba a conseguir es tener problemas con ellos'. Amadeu siguió diciendo, '...y además le he dicho que no, porque el otro día vino uno de los responsables de la prisión, y me dijo que me estaba buscando un destino que, por lo que me comentó, me interesa más que buscarme jaleos con los de siempre'. Después de darnos algunos detalles más, prosiguió,' los precios del economato son abusivos, los productos están más caros que en la calle. Una lata de atún en aceite vegetal, no de oliva, que en cualquier súper cuesta unos 0,60 euros, te piden 1,70 euros y así con todo, con el champú, etc... Aquí hay gente que parecen policías o secretas. El otro día en la biblioteca, el que lleva ese servicio, le echó una bronca enorme a un preso porque estaba fumando. Es cierto que allí está prohibido fumar o tomar café, pero no tiene ningún sentido una bronca como esa y menos que se la eche un preso a otro. Yo le dije que ese no era su problema, que en todo caso, el que estaba fumando sabía que allí no se podía fumar y que si lo pillaba un carcelero, le metería un parte. Pero que esa era una situación que asumía quien fumaba y que a él no tenía que importarle para nada, a no ser que fuese un 'secreta', y entonces yo me estoy equivocando'. A la derecha de la cabina que ocupábamos, teníamos, en la parte de los visitantes, a la madre y el hijo de lxs que he hablado anteriormente. El padre estaba frente a ellxs en la parte en la que se encontraban los presos. A nuestra izquierda, no había nadie. Me pareció que teníamos una buena audición, sin molestarnos entre las conversaciones como sucede en otros locutorios de comunicaciones. Nosotros, el compañero y yo, íbamos cambiando de posición según hablábamos y escuchábamos, pues no teníamos ni una silla en la que apoyarnos. En eso, se parecía más al 'mal-trato' habitual que las visitas reciben en las prisiones. Hay algo que hace que unx no se encuentre nunca cómodx. Razones y causas subjetivas, pero también objetivas.
Amadeu nos explicó que todavía no le habían traído todas sus cosas de Quatre Camins y que tenía algunas direcciones entre sus objetos personales. Que ahora ya podía escribir y que intentaba contestar a todxs lxs que le habían escrito cuando estaba en huelga de hambre y no pudo hacerlo porque ya no tenía fuerzas. Nos comentó que él era uno de los pocos presos, al que los carceleros no le quitaban los sellos que le enviaban en las cartas y que, el otro día, al abrir una, un preso se extrañó por dicho motivo. Parece ser que alguien, ante el asombro de este hombre, le comentó que si en las cárceles de Catalunya hubiese algunos Amadeus más, las personas presas no estarían sujetas a tanto abuso. 'A él le respetan porque lucha por los derechos colectivos además de los personales...' le explicó esa persona al joven sorprendido. Al hilo de esto, le comentamos que si no dan los sellos, lo 'legal', sería retornarlos al remitente y ante eso, Amadeu con cierta ironía señaló, '¿tú conoces a alguien que le hayan devuelto los sellos?'. Recordó que cuando lo llevaron a Brians 2, un carcelero avisó a un preso diciéndole que traían a alguien que conocía, y que ese preso, también veterano en las prisiones, le respondió que él no tenía amigos, pero que al ver que se trataba de Amadeu, se fue hacia él a darle un abrazo, y que ahora, junto con algún otro que llevan pagadas largas condenas, están en el mismo módulo. Le explicaron que habían distribuido por los diferentes módulos a las personas que llevaban más tiempo de condena, para evitar que coincidieran en uno mismo; y que cuando los carceleros los veían juntos, hacían comentarios en los que manifestaban sus temores al verlos hablar entre ellos. Con respecto a la comida, también dijo que para el desayuno les dan un chusco de pan y sólo dos lonchas de embutido, con las que apenas se cubría la mitad del panecillo. Y que como conocía al del economato, le hizo cierto comentario al respecto y que éste le aseguró que siempre sobraba mucho embutido y que antes de que lo tirasen, él recogía una parte y lo guardaba en la nevera del economato y que sabiendo que Amadeu estaba allí, que le llevaría algo de lo que cogía. 'Cada noche, antes de acostarnos, se pasa por la celda y me trae una bolsa toda llena de embutido. Casi un kilo. Yo le he dicho que me traiga también servilletas del economato y así hago paquetitos que luego reparto entre los compañeros. Por lo menos, podemos llenar el trozo de pan que nos dan y tener algo más de esa comida que tanto desperdician aquí'.
Le informamos que su abogada, había hecho las gestiones para conseguir una entrevista con el Sìndic de Greuges (defensor del pueblo catalán) y explicarle en qué situación se encontraba Amadeu. Después nos interesamos por las comunicaciones con su compañera y nos explicó la delicada situación por la que pasaba. 'La crisis, está afectando a todos. Sólo hablan de los bancos y las empresas, pero siempre los más desprotegidos, pagan el pato. Está trabajando en una empresa de conservas y como ha sido de las últimas en entrar, ya le han avisado que va a haber una regulación de plantilla y ella tiene todos los números para ser de las primeras. Le he dicho que no firme nada sin enviarme primero los papeles, pues, al ser extranjera y no conocer las leyes, a veces no le dan los derechos que le corresponden. En otra ocasión, le hicieron firmar un papel con el que perdió el paro. Le dijeron que tenía un trabajo para tres días y le hicieron firmar un papel que no correspondía con lo que le habían explicado y luego le recriminaron que sólo había ido tres días a trabajar y que había abandonado el puesto de trabajo voluntariamente, por lo que ya no le correspondía paro'. Evidentemente, Amadeu es sensible a los abusos que cometen contra las personas migradas, tanto dentro como fuera. Nos informó que habían convocado una reunión a los presos de Brians 2, para que diesen ideas de actividades. Que apenas se hacían cursos de formación laboral, por cuestiones de seguridad con los utensilios y herramientas que eran necesarios, y que en alguna ocasión habían traído ordenadores, pero que eran procesadores muy viejos y lentos, o que tenían un sistema operativo Linnux y que muchas personas no sabían utilizar y que dejaban la actividad. Parece ser que a nadie se le ocurrió, hacer antes un cursillo sobre los programas de licencias libres, y que al no estar familiarizados con ese entorno, fue desestimado al poco tiempo y volvieron a poner los obsoletos sistemas de siempre. También nos explicó que antaño, junto con un grupito de personas presas, plantearon hacer limpieza de bosques y carreteras, pero que su propuesta fue desestimada y que, sin embargo hoy, las exhiben como modelo y referencia para otras comunidades. Le comentamos la experiencia de una cárcel de mujeres, en la que se les ha hecho participar, junto con conocidos diseñadorxs de alta costura, en la creación, confección y bordado de ropa que, posteriormente, lucirían destacadas modelos en una pasarela de alta moda y cómo creaban en estas mujeres presas, expectativas engañosas, haciéndoles creer que cuando saliesen, podrían hacer lo mismo para ganarse la vida. Ciertamente, el sistema siempre nos crean falsas ilusiones y juegan con nuestros anhelos y con la idea de que, si trabajas y vales, triunfarás en la vida; y luego, por otra parte, no hace más que recoger y esconder todos los restos de ese camino de 'sueños rotos', en sus psiquiátricos o en sus prisiones. Amadeu, tenía algunas propuestas al respecto, pero nos comentó que él no asistiría a dicha reunión. Que estaba cansado de ver salas de talleres vacías o con actividades inútiles o con salidas profesionales poco reales. En este contexto laboral, hizo especial referencia a como abusaban de las personas emigrantes que estaban sin papeles y en prisión. 'Les dan de alta en la cotización a la seguridad social, para hacerles trabajar; y luego, cuando cumplen la condena, salen a la calle de nuevo sin papeles y sin que les conste toda esa actividad laboral; dejándolos de nuevo en la 'ilegalidad', sin posibilidad de encontrar un trabajo y de regularizar su situación'.
En medio de la conversación, se escuchó un sonido en la sala, señal de que el tiempo de las comunicaciones concluía, los cincuenta minutos habían pasado volando y la comunicación del interfono se cortó en seco. Se hizo el silencio. Amadeu se levantó y dejó el telefonillo. Nuestras voces ya sólo se leían, eran gestos sordos que no llegaban al otro lado. Recogimos los saludos que nos dió para toda la gente de fuera y de nuevo golpeamos el cristal con la palma de la mano. Después se dirigió a la puerta echando la vista atrás cuando salía. Levante el puño en alto y él devolvió el saludo con el suyo y empezó a caminar por el pasillo. Nosotros salimos de la cabina y volvimos a verlo en la fila de presos. De nuevo nos saludó levantando el puño con esa sonrisa que siempre nos regala y que tanto tranquiliza, como si dijera: 'tranquilxs, todo va bien..., la lucha sigue', y sabemos que es así. Que su sentimiento de libertad, después de tantos años, sigue muy vivo y despierto. Que en sus pensamientos estamos todxs muy presentes; que adora a su madre, que piensa mucho en sus hermanos y en su compañera y sus hijxs. Que tiene el respeto de sus compañeros y vigilantes. Eso es algo que la prisión y sus carceleros, nunca podrán arrebatarle, porque es algo que ha conquistado con su lucha.
Después de recorrer el pasillo, entramos en una estancia donde nos reunieron y según íbamos saliendo, nos devolvían, visita a visita, el DNI. Cruzamos el patio que tanto me recuerda a las imágenes de Guantánamo y accedimos al edificio de los funcionarios. De nuevo la voz de la funcionaria, ofrecía el ascensor a las personas que tenían dificultad para subir por las escaleras. Una vez arriba, enfilamos el pasillo de salida, pero antes pasamos por delante de una garita de los carceleros. Allí, un funcionario leía el diario. Al notar nuestra presencia, lo cerró e hizo un movimiento que no pude apreciar. No sé si accionó el botón de apertura de la salida, pero al pasar por detrás para dirigirnos a la puerta, pudimos comprobar como en el interior de la cabina, ante las pantallas de las cámaras, tenían pegada una hoja con los rostros de algunos presos. Cosas de los protocolos de seguridad y la advertencia de que seguíamos en una prisión; ... pero también la impronta de sus miedos. Recuperamos nuestros efectos personales de la taquilla y después de algunas palabras y de entregarme unos documentos para la abogada de Amadeu, el compañero y yo nos despedimos.
Eran las siete de la tarde pasadas y todas las personas que habían venido a comunicar, salían con sus vehículos, mientras un pequeño grupito esperaba la llegada del autobús. Aún no había oscurecido suficiente y había bastante luz como para tener buena visibilidad; pero una vez en la carretera, la prisión desapareció como si se la hubiese engullido la tierra y sin embargo, allí quedaban unos miles de personas en ese gran agujero.


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